Aunque ya no me sienta identificada con la religión católica, me gusta mucho entrar a las iglesias, que en Latinoamérica abundan. Además de su aporte arquitectónico, son espacios de silencio, reflexión y excelentes para meditar. Sin embargo, en Ouro Preto no se podía entrar a ninguna de ellas sin tener que pagar... ¿en serio? Entiendo que son hitos turísticos, pero ¿es necesaria tanta codicia? Mi indignación sería aún mayor si me sintiera parte de esta religión y no me dejaran entrar a mi propio templo. Me parece que la institución católica ya tiene suficiente a qué echar mano como para negar/restringir el acceso a la "casa de Dios".
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Helloo nice post